Cuando se habla de participación ciudadana, se tiende a pensar en eventos electorales o ser parte de la política de un país, sin embargo, pasamos por alto su amplio significado.
Como lo define Senace en Perú, institución encargada de evaluar la viabilidad de proyectos de alto impacto ambiental, la participación ciudadana es «un espacio de diálogo entre el Estado, los titulares de un proyecto y la ciudadanía, que permite y facilita a la ciudadanía intervenir de manera directa en las decisiones públicas.»
Por otro lado, portal Transparencia, herramienta del Estado de información estandarizada para mejorar y dar mayor transparencia a la gestión pública, lo define como «el proceso en el que los ciudadanos y ciudadanas, de manera individual o colectiva, tienen el derecho de manifestar sus intereses y solicitudes e influir así en la formulación de la toma de decisiones del gobierno».
Ésta es entonces un derecho, pero debe inculcarse también como un deber que tenemos los ciudadanos, de participar activamente en construir un mejor país, sea mediante la vigilancia, el activismo, las iniciativas comunitarias o el propio voto informado y responsable.
Sin embargo, para lograr una participación positiva y útil para la sociedad, es necesario aplicar en ella los mismos valores cívicos que les exigimos a nuestros gobernantes, como son la solidaridad, la integridad, la honradez, el respeto, la justicia, la igualdad y la cooperación. Teniendo elevados valores cívicos, estaremos construyendo un círculo virtuoso que active más participación e influya positivamente en el bien social a través de las políticas de Estado.
Entonces, ¿Cómo nutrimos estos valores cívicos y activamos la participación ciudadana en el país?

En Hablemos del Perú tenemos la firme convicción que «el conocimiento de los eventos históricos más importantes de una nación, enseñados mediante metodologías específicas, contribuye a elevar la identidad nacional, la cohesión social y los valores cívicos de los ciudadanos de un país».
Con nuestro proyecto de «viralización de nuestra historia», estamos dispuestos a demostrarlo; nos basamos no sólo en nuestros ideales, sino también en estudios que lo han corroborado, por ejemplo:
- A baja escala, el trabajo de tesis de Amy M. Rogers en Pennsylvania, Estados Unidos, el cual demuestra cómo la enseñanza de historia local pudo elevar los valores cívicos en los estudiantes.
- A gran escala, el trabajo que hizo el Instituto Histórico y Geográfico Brasileño desde su fundación en el Siglo XIX por formar una memoria colectiva unificadora en su país, referido en el artículo: Emblemas de Brasil en la Monarquía del siglo XIX: Monarquía, Unidad Territorial y Evolución Natural.
- Planteamientos como el del ”Estudio Internacional sobre Educación Cívica y Ciudadana” publicado en el 2018 y referido en este artículo: La Investigación evaluativa de materiales didácticos para la educación política y ciudadana a través de contenidos históricos” de Joaquim Prats y otros, el que resalta que existe en Latinoamérica una necesidad por:
- Promover el desarrollo de identidad cultural a través del conocimiento histórico y social.
- Reflexionar sobre la construcción de valores sociales mediante el análisis de la realidad social y del conocimiento histórico.
Existe una frase atribuida a varios autores entre ellos Leonardo Da Vinci, que dice: “No se puede amar lo que no se conoce, ni defender lo que no se ama”; conozcamos entonces nuestro Perú, su historia y sus múltiples culturas, para poder así amarlo, defenderlo y construir una nación con igualdad de oportunidades para todos.